viernes, 4 de diciembre de 2015

Avanzando en la misma dirección

“Completad mi gozo, tened el mismo sentir, el mismo amor, unánimes, sintiendo una misma cosa.” Filipenses 2:2

            Vivimos en una época donde difícilmente hay unidad. Las familias se desintegran. Las empresas fracasan por la desunión de los socios. Las naciones se derrumban por falta de acuerdo entre los líderes políticos. Los deportes de conjunto reclaman unidad de objetivo entre sus integrantes.
            Las congregaciones religiosas no están muy lejos de esta realidad. Es necesario promover entre nosotros la unidad de propósitos. Que todos marchemos en una sola dirección. Que seamos un cuerpo en Cristo, para que juntos avancemos en la predicación del evangelio y juntos recibamos al Señor Jesús en las nubes de los cielos.
            Cuando los posdiluvianos decidieron unirse para construir la Torre de Babel, Dios tuvo que intervenir para disuadirlos. Esto nos enseña que en la unidad de propósitos, se lleva a los hombres ha alcanzar sueños, metas y propósitos.
            La orden que recibió Moisés frente al mar Rojo fue: “Di a los israelitas que marchen.”[1] Si la gente no hiciera caso a este mandato, solo algunos se habrían salvado. Las murallas de Jericó se cayeron porque el mandato fue explícito: “…todo el pueblo gritará a gran voz, y la muralla de la ciudad caerá.”[2] El pueblo debía actuar en unidad.
            El pedido de Ester a Mardoqueo fue el siguiente:Ve, reúne a los judíos que se hallan en Susa, ayunad por mí, y no comáis ni bebáis en tres días, ni noche ni día. Yo también con mis doncellas ayunaré igualmente.”[3] Lo mismo ocurrió con el ayuno en Nínive tras el mensaje de Jonás, TODOS ayunaron.
            Tras la ascensión de Jesús al Cielo, “todos éstos (los miembros de la iglesia primitiva) perseveraban unánimes en oración y ruego, con las mujeres, con María la madre de Jesús, y con los hermanos de Jesús.”[4] Más tarde, al estar unidos, descendió el Espíritu Santo en ellos y predicaron con gran poder para honra y gloria de Dios.
            Pronto el Señor Jesús vendrá en las nubes de los cielos, debería encontrarnos unánimes, orando fervientemente y sirviendo a la causa de Dios. Jesús viene por un pueblo, no es probable que venga solo por una persona. ¿Dónde quedaría la multitud como la arena del mar que vio el Apóstol Juan?
Por Galdino Enríquez Antonio



[1] Éxodo 14:15
[2] Josué 6:5
[3] Ester 4:!6
[4] Hechos 1:14

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