sábado, 14 de noviembre de 2015

Dejó todo por ti

“Aunque mi padre y mi madre me dejaran, con todo el Señor me recibirá.” Salmo 27:10

Un buen día de verano, Joaquín tuvo el firme propósito de limpiar el amplio patio que rodea la casa donde vivía junto con sus padres y hermanos. La lluvia le había devuelto el verdor a la maleza y ésta, había invadido casi todos los rincones posibles de aquel patio. Era necesario hacer el trabajo de limpieza cuanto antes. Nadie mejor que él para realizar la tarea.
Con gran determinación tomó el viejo machete de su abuelo y se dirigió a la piedra de afilar. Deslizó con buen ánimo la hoja metálica sobre ella y, cuando terminó de sacarle el filo a la herramienta, se tomó la libertad de hacerlo también con el lomo de la misma. Había visto cómo su abuelo afilaba ambos lados de su instrumento de trabajo. Éste lo hacía por ser ambidiestro; lo mismo trabajaba con la mano derecha que con la mano izquierda; así que para no regresar a la piedra de afilar con mucha frecuencia, el abuelo alistaba su machete por ambos lados de la hoja, cosa que Joaquín ignoraba en su totalidad.
            En el momento que creía haber terminado de afilar el machete, un trozo de madera, que hacía las veces de cuña bajo el pedrusco, se salió de su lugar, e hizo que la piedra de afilar se meneara. Esto propició que el machete hiciera un movimiento extraño entre sus manos, produciéndole una cortada profunda a la altura de su muñeca derecha.
Ver correr la sangre en abundancia, hizo palidecer a Joaquín. Sintió que la vida se le escurría por la mano. Sus gritos de pánico fueron escuchados por su hermana, que lo único que atinó a hacer fue levantarle la mano a Joaquín, mientras que éste apretaba con su mano izquierda bajo la herida. Asustada, corrió en busca de la madre, que había ido al mercado a ofrecer los frutos de la cosecha del padre.
La forma en que su hermana le dio la noticia a su madre, hizo que la pobre mujer dejara todo lo que estaba haciendo y viniera tan de prisa como le fue posible.
Cuando el pecado entró en este mundo, Dios deposito toda su gloria y poder en el Hijo, para rescatar al ser humano. ¿Que has dejado tu para seguir al Señor?

Por Galdino Enríquez Antonio

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