sábado, 10 de octubre de 2015

Los pedidos extraños de Dios

“Oh hombre, él te ha declarado lo que es bueno, y qué pide Jehová de ti: solamente hacer justicia, y amar misericordia, y humillarte ante tu Dios.” 
Miqueas 6: 8.
            Los hombres ya habían casi agotado los medios que Dios tiene para mostrar su misericordia. El registro sagrado hace mención de un arrepentimiento de parte de Dios de haber creado al hombre, las bestias, los reptiles y hasta las aves[1]. Decide entonces, quitarle a la raza humana la existencia. Sin embargo contempla a Noé, “varón justo, perfecto entre los de su generación”[2]. Y Noé recibe un pedido especial de Dios: hazte un arca.
            ¿Para qué quería Noé un arca? No era de oficio pescador. Los medios de subsistencia no ameritaban hacerse de un arca. Jamás una gota de lluvia había caído desde el cielo. Una forma rara de contradecir a los hombres de ciencia de aquel entonces. Una burla para la razón agigantada de aquellos hombres.
            ¡Vaya pedido! Que se construyera una embarcación lejos de la playa más cercana, era muy extraño. No había un río caudaloso en las inmediaciones. Alejado del pronóstico meteorológico más alentador de la época. Sin embargo, ese pedido extraño le otorgó el privilegio a la raza humana de continuar con su existencia.
            Más tarde Dios visita a Abraham para hacer un pedido también extraño: salir de Ur de los caldeos para hacer de él una nación grande y poderosa. El pedido carecía de sentido porque no había ticket que indicara el destino. No tenía sentido porque su edad de procreación estaba llegando a su punto más crítico. No tenía sentido porque se iría donde iba a empezar de cero su vida comercial, social y cultural.
            A Oseas le indicó buscar a una mujer de poca estima social como esposa. A los discípulos ir por todo el mundo y predicar el evangelio eterno. Al joven rico vender todo lo que tenía y dárselo a los pobres. A Jonás lo envió a predicar a la ciudad de Nínive. A los siervos en la boda de Canaán a llenar las tinajas con agua, si lo que se necesitaba era vino para dar de beber a los invitados.
            ¿Qué es lo más difícil que Dios te ha pedido?
Por Galdino Enríquez Antonio




[1] Génesis 6:7
[2] Génesis 6:9

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